Helen acaba de tener sobrinos gemelos y está tan ilusionada con los bebés que decide comprarles un regalo de inmediato. Cuando está en un deli tomándose un batido confunde su bolsa con otra del mismo establecimiento. Al abrir el supuesto "regalo" todos se quedan con la boca abierta y empiezan a temer lo peor, puesto que el contenido de la bolsa no augura nada bueno. Efectivamente, enseguida se pone en evidencia que la vida de Helen corre peligro y que para protegerla hay que sacarla de la ciudad, y nadie mejor para llevar a cabo esta tarea que Ray Donelly, de la policia de Nueva York y amigo de la familia. Ray tiene un pasado complicado que le hace anhelar un futuro muy específico en el que Helen no encaja, pero a medida que va pasando el tiempo más difícil le será no aceptar lo que siente por ella.
Una chica con estilo es una novela romántica dulce y picante a la vez. Es una novela que sabe a chocolate con sal... o con pimienta. Hay momentos tiernos y sentimentales y también sensuales y con gran carácter. Es Olivia Ardey escribiendo con el alma y añadiendo un trasfondo muy interesante que vale la pena explorar. Una novela adictiva que te hará maldecir cada interrupción y que te hará llevar las manos al corazón más de una vez mientras piensas: "Ohhhhh".
Esta novela continua con los personajes de Delicias y secretos en Manhattan y, aunque siempre es un placer leer a Olivia Ardey, no es necesario haber leído previamente este libro para poder seguir sin equívocos esta nueva historia. Helen se quedó sola en la primera novela y la escritora le ha querido regalar un final feliz; por la misma razón, la autora, que siempre incluye a más de una pareja en sus libros, aquí opta por dedicarle atención exclusiva (aunque es cierto que dos historias absolutamente secundarias también tendrán su pequeño momento de gloria).
La trama combina dos aspectos importantes: primero, una relación amorosa que promete muchas complicaciones, y segundo, una intriga policial muy bien ambientada. Con el estilo al que nos tiene acostumbrados (novelas que encierran más de lo que parece a simple vista), nos teje un tapiz donde las inseguridades, la confianza, los prejuicios y la sinceridad serán el hilo conductor de una novela ambientada en los años 20.
El gran telón de fondo de este libro es la mujer, el feminismo, la feminidad, su libertad sexual, su independencia económica, su inteligencia. Pero, en vez de hablar de ello o de teorizar, la escritora nos va a enseñar situaciones concretas en las que los personajes van a reaccionar. Y sus reacciones no siempre van a ser del todo coherentes con lo que ellos mismos piensan, pero sí que van a ser realistas, porque la sinceridad no sólo es una faceta en relación con los demás, sino que es una parte muy importante de la relación que tenemos con nosotros mismos.
Comprobaremos que los prejuicios van de la mano de la inseguridad, y muchos personajes van a experimentarlos: Ray, Evelyn e, incluso, la propia Helen, y van a ser de tres tipos: sexuales, económicos y étnicos.
Los prejuicios sexuales tienen tres aspectos: el primero deriva del puramente erótico, ya que, aunque es muy excitante que una mujer sea experta en las artes amatorias y no tenga vergüenza en disfrutar del sexo, ¿está aceptado que la mujer tenga las mismas necesidades sexuales que los hombres? El segundo deriva de la connotación social del sexo: ¿son las mujeres capaces de desempeñar el mismo trabajo o las mismas aficiones que los hombres? Y el tercero nos plantea el debate de la feminidad versus el feminismo ¿son excluyentes?
Los prejuicios económicos, en el fondo, tienen que ver con la autoestima. ¿Somos capaces de aceptar que alguien pueda tener más dinero que nosotros y considerar que somos iguales? ¿Somos capaces de ver bondad en un regalo y no caridad o soberbia? Cuando quien tiene más dinero es la parte femenina de la pareja, la tensión está servida.
Los prejuicios étnicos se dan entre irlandeses, católicos, protestantes... Da igual, se juzga sin conocer a la persona y se la etiqueta, cuando es más que probable que el juicio sea erróneo. Que alguien haya nacido en tu tierra, ¿lo convierte en una buena persona? Absurdo. Olivia pregunta y los personajes responden. ¿Tienes tú tu propia respuesta?
En relación con la libertad de las mujeres, tanto política como social, en Una chica con estilo se nombrará a las sufragistas y a la primera comisaria de mujeres de Nueva York, y, aunque se diga de pasada y no se haga una crónica exhaustiva, es suficiente para marcar el espíritu de la novela: una vez se sube al carro de la libertad, sólo se puede ansiar más y más. Pero libertad para escoger, aunque lo que escojas sea volver a tus orígenes rurales y le des la espalda a la sofisticación y al lujo.
Pero no podemos perder de vista que esta es una historia romántica donde el amor va a ser capaz de superar todas las dificultades, porque es una promesa de permanencia aunque las cosas se tuerzan. Y ese romanticismo va a encarnarse en la relación explosiva entre Ray y Helen. Una relación que se equivocará a veces, pero que tendrá la valentía de admitir sus errores, de disculparse y de perdonarse.
El final, como si fuera una fotografía familiar, nos cierra temporalmente la época de entre guerras. Y, como si fuéramos un miembro más de la familia, nos emocionamos al ver a los niños crecidos, lloramos a los que ya no están y nos alegramos por los que sí volvieron de la guerra. ¿Cuándo dejamos de ser meros espectadores de la historia para vivir sus propias emociones?
Olivia Ardey ha escrito una novela romántica que nos atrapa desde la primera página y que con sus palabras nos recrea el paisaje del Nueva York rural de los años 20. Los enclaves en sus libros son un personaje más de la historia y, como siempre me pasa, me deja con ganas de viajar... y no sólo con la imaginación.
¿Qué es lo mejor? Que con una lectura superficial ya tenemos una novela estupenda, pero si profundizamos un poco más nos deleitamos con una historia muy bien hilvanada e interesante.
No os podéis perder esta última novela de la escritora. Seguro que os gusta tanto como a mí.
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Escribir una novela cuesta mucho, pero no hay mejor pago a todo ese tiempo y esfuerzo que leer opiniones como la tuya, Carme. Gracias por leerla, por opinar sobre ella y, sobre todo, por querer a mis personajes tanto como yo. Un beso.
ResponEliminaSiempre he creído que los escritores dejan un pedazo de su alma en cada libro que escriben. Aunque no escriban sobre nada que les haya ocurrido realmente, aunque sus personajes no tomen las decisiones que ellos tomarían, su manera de ver el mundo se refleja en lo que escriben. Y creo que los lectores lo percibimos. Todos. Quizás no sabemos ponerle nombre, quizás no lo podemos expresar con palabras, pero una novela escrita desde el corazón llega a quien la lee. Estoy segura de ello. Qué bonito reflejar en las novelas el momento preciso en que dos corazones se unen. La magia de ese instante traspasa las hojas del libro. En tus novelas cada personaje es diferente (por ejemplo, las dos hermanas son muy distintas entre ellas) pero todos se hacen querer. Gracias por crearlos y proponernos un viaje tan estupendo con ellos. Besos.
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